Introducción a la meditación
Estas próximas cuatro semanas haremos una exploración profunda a la meditación.
Quiero darles un deep dive o un buen clavado a distintos tipos o sabores de lo que puede ser meditar. Aunque no es para nada una muestra exhaustiva, por que de lo primero que debemos saber cuando aprendemos meditación, es que la palabra “meditar” tiene muchos significados en otros idiomas, por lo que hay muchísimas técnicas distintas.
Entonces, estas próximas 4 semanas les voy a dar una especie de menú de degustación meditativo. Les voy a presentar 4 acercamientos diferentes. Y cada semana les voy a dar 3 técnicas. Una más fácil, otra intermedia y la tercera un poco más compleja.
No por ser más compleja es más avanzada; para nada. Digamos más bien que la primera técnica de cada semana tiene un efecto más general, la segunda un efecto intermedio y la tercera un efecto más específico. Piensen en un laser o en un haz de luz que en la primera técnica está más abierto y por lo tanto más difuso, en la segunda está en medio y en la tercera está más cerrado y más concentrada la luz.
Aquí quiero hacer un comentario. Es muy importante que nos cuidemos de no pensar que una técnica es inferior o inútil o que no tiene tanto valor simplemente por ser una técnica “simple” o “sencilla” o “fácil de hacer”.
De hecho las técnicas más avanzadas en absolutamente todas las tradiciones más importante de meditación son, sin excepción las técnicas más sencillas.
Así, las prácticas iniciales de cada semana las van a ver y decir: “ah, qué fácil!” “yo ya sé hacer esto”.
Aquí quiero recordarles que una cosa es “saber hacer algo” y otra muy diferente es practicarlo de forma constante y regular hasta tener un efecto en nuestra consciencia o energía.
Veo este error en muchísima gente en el mundo “espiritual”. Buscan técnicas aparatosas, llamativas, con muchos mantras o muy complicadas y complejas porque piensan que son mejores que las técnicas sencillas. Grave error.
Esta semana vamos a empezar por la llamada meditación de concentración o técnicas de concentración. Simplemente por que estamos mucho más familiarizados con la mente racional o mente dual que con el corazón o el qi por ejemplo. Esas partes o aspectos de nuestro ser los vamos a dejar para las próximas semanas.
En muy pocas palabras, meditar es observar. Poner atención, estar alertas, dedicar nuestro espacio interno y externo de consciencia a colocar nuestra observación en algo.
El asunto es que hay muchas formas de colocar nuestro observador; y en occidente estamos acostumbrados a hacerlo con fuerza. A “poner atención” como en la escuela, forzadamente.
Lo que queremos aprender cuando estudiamos meditación es a que nuestra observación se coloque donde nosotros queremos pero de forma suave, tranquila, elegante.
Así, lo primero que tenemos que ir entendiendo con la práctica es el “cómo”, la forma en la que utilizamos nuestra consciencia.
Lo segundo que el “dónde” o en qué aspecto de nuestro ser colocamos nuestro observador. El asunto aquí es que esto genera consecuencias, que son justamente los procesos meditativos que nos llevan tarde o temprano a los efectos o beneficios de cada técnica.
En tercer lugar es importante que entendamos el “por qué” o las reacciones o consecuencias de nuestra práctica meditativa. Muchas veces las personas empiezan a hacer una práctica sin saber que los efectos no son necesariamente lo que se imaginan o quieren tener. Y entonces obviamente cuando les empiezan a suceder cosas que no esperaban, se asustan o abandonan la práctica.
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