MEMBRESÍA

Introducción a los Arquetipos

Luna llena en medio de una noche con estrellas

Para entrar más profundo al universo onírico a la mente simbólica, quisiera comenzar este post hablando de Carl Jung, por que ¡me encanta!

Para empezar recordemos que Jung era un médico Suizo, con un entrenamiento científico riguroso y es posiblemente uno de los más grandes psiquiatras y terapeutas que hayan existido.

Como ya vimos, Sigmund Freud introdujo a la cultura el concepto de inconsciente individual. También escribió largo y en repetidas ocasiones sobre la importancia de los sueños y sus símbolos para entender e interpretarlos.

Una de las técnicas psicoanalíticas por excelencia es la interpretación de sueños, y un buen terapeuta puede aprender mucho de un paciente por un sueño, y ayudarlo a sanar de forma profunda utilizando la información ahí contenida.

Volviendo a Jung, lo que hizo fue dar el siguiente paso para entender el lenguaje simbólico del inconsciente.

Lo hizo de dos formas: en primer lugar expandiendo la idea del inconsciente individual al inconsciente colectivo y en segundo, introduciendo el concepto de Arquetipo.

Jung siempre tuvo un gran interés por la antropología, la mitología y los símbolos presentes en las historias que la humanidad se ha contado de generación en generación.

Observó que sin importar la cultura, la tradición, la geografía o el momento histórico, ni ningún otro factor, en todas las historias de cualquier grupo humano siempre habían símbolos que se repetían una y otra vez.

Esto es así, desde la mitología antigua hasta hoy.

De aquí le surgió la idea de que si en el inconsciente de una persona hay símbolos que se repiten en su historia una y otra vez (pues esto se sabía y era de las premisas observadas en el psicoanálisis), si el inconsciente es compartido por todos, o colectivo. 

Comenzó a ver las historias y leyendas con otros ojos: como intentos colectivos de trascendencia y unificación. 

Encontró que las historias donde estos símbolos compartidos existían de forma más clara y profunda siempre eran las historias más valoradas por la humanidad. 

Vio que aunque son símbolos arcaicos, se van modificando y transformando conforme la cultura evoluciona, pero siempre mantienen la misma forma esencial como si siguieran un mismo prototipo.

De Arcaico y prototipo brota Arquetipo. 

Es como un templete o prototipo arcaico o antiguo. Encontró además que los Arquetipos se presentan en pares complementarios.

Aunque hay muchos arquetipos, para mi los principales son los siguientes; se los digo con sus pares complementarios:

  • Anima y Animus que son términos que usó Jung par lo Femenino y lo Masculino.
  • El Héroe y el Adversario que representan el la dualidad y el juego entre el bien y el mal.
  • La Muerte y el Renacimiento que representan la  impermanencia y la transformación.
  • El Caminar y el Quedarse Quieto o La Jornada versus la Inercia.

 Traten de aprender a “ver” o a reconocer el símbolo en muchas variaciones, o expresiones. Esto es a lo que Jung  se refirió con la parte de “prototipo” en la palabra Arquetipo.

Pongamos un ejemplo fácil: soñar con nuestra madre. 

Claramente es un ejemplo del ánima o arquetipo femenino. Pero también simboliza implícitamente el nacimiento pues nos dio la vida, así que está presente el arquetipo de renacimiento.

 Otro ejemplo sería soñar con un vehículo de cualquier tipo, por ejemplo un auto. Este representa el camino o la jornada pues un vehículo nos transporta por un “camino”.

Si por ejemplo soñamos que chocamos, está presente el arquetipo de la muerte. Si soñamos que alguien nos choca, encontramos el arquetipo del Adversario.

La idea es reconocer el arquetipo detrás del símbolo: como el “molde” o el símbolo en su forma más esencial.

Una buena práctica para empezar a identificar los arquetipos es simplemente haz una lista de los arquetipos y tratar de pensar en la mayor cantidad de ejemplos que podamos.

Por ejemplo Anima y Animus

 Anima: mamá, mujer, niña, hija, esposa, abuela, cualquier ser en femenino, pero también por ejemplo cosas que representen feminidad para ti: como flores, vasijas, cuevas, todo lo que represente un contenedor o una matriz, digamos. Todo lo que asocies con femenino.

Para ánimus sería lo complementario: hombre, niño, hijo, esposo, abuelo, etc. También cualquier símbolo fálico o de masculinidad, desde cosas obvias como fuerza hasta más sutiles como presencia, congruencia o integridad, por ejemplo. 

Y así con cada arquetipo. La idea es que poco a poco vayas “aflojando” o liberando la capacidad de decir muchos significados a un mismo símbolo. Perderle el miedo a la noción escolarizada de que “sólo hay una respuesta correcta”.

 Antes de cerrar por el momento el tema de los arquetipos, quisiera hablar muy brevemente por ahora de otro arquetipo importantísimo.

 El Self, con mayúscula.

 El Self es el nombre que le dio Jung a nuestro ser integrado, completo.

Para Jung, la búsqueda del ser de unificación se manifiesta en los arquetipos y en la búsqueda de significado humana. Y el símbolo de regresar al ser o de lograr el significado es el Self.

 Es el único arquetipo que no tiene opuesto, pues representa la unificación de opuestos. A este proceso Jung le llamó Individuación, que es otra palabra para decir liberación. Esa es la meta de la Psicología Profunda, como se llamó a la terapia Junguiana.

 

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