MEMBRESÍA

Mindfulness del aliento

Hombre en medio de la noche exhalando

Esta práctica está muy malentendida hoy día porque todo mundo utiliza la palabra mindfulness para decir miles de cosas. Incluso escucho a personas decir “mind-fullness” como de lleno. jaja.

Estar mindful es saber poner toda nuestra atención en algo voluntariamente y que permanezca ahí sin esfuerzo.

Podemos estar mindful de muchas cosas, pero solemos aprender mindfulness con el aliento, por varias razones.

  • Primero, hay un ritmo predecible que podemos adivinar, y eso ayuda a mantener la concentración. 
  • Segundo, al hacernos de la respiración, automáticamente se empieza a calmar y regular y esto tiene muchísimas ventajas para nuestra salud.

Mindfulness es la práctica emblemática del budismo, y se divide en 2 segmentos, que podemos tomar como dos partes secuenciales o como dos acercamientos diferentes, dependiendo de la escuela o tipo de budismo que estemos estudiando.

Por ejemplo en el budismo original digamos enseñado por el Buda histórico, que llamamos Theraveda o Hinayana y que se practica en el sureste asiático, se estudian las dos técnicas, llamadas Samatha y Vipassana

En Occidente cuando se suele enseñar budismo, se enfatiza la segunda, tal vez por la creencia errónea de que es más efectiva o más avanzada.

En el budismo tibetano se enseñan ambas, con énfasis en Sámata por ejemplo.

Yo les voy a enseñar las dos.

  • Samatha la podemos entender como parar o calmar. Parar o calmar la mente. Es aprender a que la mente se aquiete, que se calme, como un estanque con movimiento que llega a quietud.
  • Vipassana significa algo así como aprender mirar profundamente, con cuidado. A examinar algo con atención. Sería similar a mirar dentro del estanque una vez que este se ha calmado.

Aquí entendemos que son dos partes de un proceso más amplio. Con los linajes, los siglos y toda la filosofía alrededor, se han ido confundiendo las cosas hasta que hoy en día hay algunas posturas que separan estas prácticas, o no las consideran ni enseñan como un todo.

Lo que quiero enseñarles con esta práctica es parar la mente; equivale a samatha, o a clama. Calmar el estanque.

Igual que la anterior es una práctica sumamente simple. Se trata únicamente de observar nuestra respiración. La inhalación y la exhalación. Los espacio entre una y otra.

De nuevo, no te dejes engañar por su simplicidad. El que siempre respires no es lo mismo a que respires con atención o a que tu respiración se convierta en una meditación.

Abraza con toda tu atención tu respirar. Hazte consciente de cada parte del proceso. Lo más importante: dale tiempo a cada cosa de suceder, sin empujarla, si apresurarla, sin desesperarte o aburrirte.

La calidad de tu observación es aquí la clave. El “cómo” observas.

Si observas con calma, con gozo, permitiendo lo que sea que suceda.

O si observas con la tensión interna de la prisa, del aburrimiento, del pensar “esto no sirve de nada, quisiera estar haciendo otra cosa”. Ese pensamiento produce una tensión que afecta tu mente y tu cuerpo.

Precisamente abraza tu respiración tranquilamente. Suavemente, sin forzarlo.

Y una y otra vez, respira, despacio, tranquilo, normal, natural. Usa la nariz para respirar siempre.

La boca cerrada, la punta de la lengua toca el paladar superior, suavemente.

Nuevamente, haz esta práctica primero por periodos cortos, empezando con sesiones de 1 minuto por varios días. Gradualmente ve aumentando en incrementos de 1 minutos hasta llegara 20. La idea es que no sientas que te cuesta trabajo meditar.

Quieres que la experiencia de meditar sea agradable, gozosa, no algo forzado.

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